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Encerrada a los 90 años: Juana, la anciana que pedía auxilio tras un candado

Rebeca Henríquez, defensora de derechos humanos la rescata tras descubrir que su supuesto “cuidador” la mantenía trancada para “protegerla”

 

SAN FRANCISCO DE MACORÍS, R.D. 

A sus 90 años, Juana Reyes Valdez no necesitaba una celda, sino atención médica urgente y un poco de humanidad.

La anciana, enferma y con serias complicaciones en los pies diabéticos, fue encontrada encerrada con candado en su modesta vivienda, mientras su supuesto “protector” andaba por las calles.

El caso salió a la luz gracias a una enfermera, quien al intentar visitarla se topó con el candado que sellaba su libertad. La alarma llegó hasta Rebeca Henríquez, defensora de los derechos humanos, que sin perder tiempo se presentó al lugar, acompañada de personal del 911, la unidad de violencia y agentes policiales.

Lo que encontraron fue una escena que dolía mirar: una mujer de avanzada edad, sola, enferma y prisionera de la indiferencia, esperando sin saber si alguien tocaría su puerta.

El hombre que decía “cuidarla” se enfrentó con insultos y resistencia a los defensores. Alegó que la dejaba encerrada “por su seguridad”, porque —según él— “en el barrio hay mucha droga”. Pero su versión se desmoronó ante la evidencia: Juana vivía en condiciones precarias, sin los cuidados mínimos, ni siquiera la posibilidad de pedir ayuda.

Finalmente, la intervención oportuna permitió su traslado al hospital, donde recibe atención en la unidad de pies diabéticos. Los vecinos aseguran que, de no ser por la rápida acción de Henríquez y las autoridades, la anciana habría muerto sola, enferma y encerrada detrás de un candado “protector”.

Una historia que desnuda la otra cara del abandono: cuando el encierro se disfraza de cuidado, y la soledad se impone como castigo a los más frágiles.

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