PRM no es una herencia de Luis Abinader

El Partido de la Liberación Dominicana era una organización pequeña, de cuadros, cuyos miembros tenían formación cultural y política, de inclinación centroizquierda.
Juan Bosch siempre se preocupó porque los peledeístas conozcan la historia social dominicana, lo que aparentemente parecía una ventaja, pero en el fondo no lo era para fines de crecimiento, porque con el paso de los años se ha demostrado que al dominicano no le gusta la lectura.
Llegar al poder político con una entidad de personas instruidas es un imposible, pero el rígido carácter del maestro impedía entender esa situación.
Todavía para el año 1990 el PLD seguía siendo un partido pequeño, que compitió en esa contienda comicial con votos prestados, pues más de 200 mil perredeístas decidieron sufragar por el profesor Juan Bosch, ante la división del partido blanco.
Jacobo Majluta formó el PRI y el perredeísmo inició un proceso de recomposición con el doctor Peña Gómez.

Fue así como Bosch alcanzó un 34%, pero al pasar los comicios el peledeísmo volvió a reducirse, al punto que para 1994 apenas obtuvo un 13%. El PLD llegó al poder en 1996 pero fue bajo los hombros de Joaquín Balaguer, que desde la primera vuelta había dado instrucciones, en su forma de expresarse, de votar por Leonel Fernández.
Al morir Joaquín Balaguer, el 14 de julio del 2002, es que se produce una masiva mudanza de reformistas hacia el PLD. A partir de esa fecha el PLD se convierte en una organización política de simpatía millonaria en el electorado nacional.
Fíjense que Leonel Fernández ganó en el 2004 con un astronómico 57%, lo que descansa no solo en el fracaso del gobierno de Hipólito Mejía, con las quiebras bancarias y el sabotaje del empresariado, que nunca perdonó el cobro del anticipo del 1.5%, sino en que Leonel Fernández había heredado a Balaguer, aparte de que no hizo mal gobierno en el período 1996-2000, pues modernizó los servicios públicos, redujo la deuda externa e hizo grandes inversiones en obras importantes en todo el país.
Con la muerte física de Peña Gómez, Balaguer y Bosch, sin embargo, desaparecieron las ideologías en los partidos. Y aunque Leonel Fernández posiblemente sea el líder más importante del presente siglo, nunca se preocupó por el aspecto ideológico ni en el PLD ni en la Fuerza del Pueblo.

Todos los líderes dominicanos dieron rienda suelta al clientelismo. Mientras Fernández estuvo en el poder fue líder y dueño del PLD, pero desde que salió en el 2012, empezó su tragedia. Danilo Medina le quitó el partido y poderes públicos aplicando la misma medicina del clientelismo.
Se demostró, a partir de entonces, que se es líder en la medida en que se maneje fondos públicos, pueda emitir decretos, administrar el presupuesto nacional y repartir asistencias sociales y prebendas.
Con el abandono de los principios, el PLD de Leonel Fernández y de Danilo Medina siempre ha estado muy lejos del PLD de Juan Bosch. El PLD inició su crecimiento masivo a partir del 2002. Desde esa fecha se puede hablar de “pelebalaguerismo,” pues es un híbrido con inclinación mayoritaria hacia la derecha.
Con la muerte de Peña Gómez el PRD abandonó los principios, pero tanto Hipólito Mejía, Hatuey Decamps y Miguel Vargas se movieron con las mismas tropas: los perredeístas de siempre.
Inclusive cuando se funda el PRM, el 9 de septiembre de 2014, se trató de un desprendimiento del PRD en un cien por ciento. Fue así como en el certamen electoral de 2016 se alcanzó un 35% mal contado.
El candidato fue Luis Abinader, porque los perredeístas-perremeístas se hartaron de Hipólito, el cual se había pasado cuatro años elogiando las obras de Danilo Medina, entre ellas las “Visitas sorpresa” y “La Nueva Barquita”.
Algo más: cuando se ganó en el 2020 se podía decir que el PRM era lo mismo que el PRD, sumándole naturalmente el descontento poblacional por los excesos del PLD y los movimientos de apoyo, que son una especie de guagua pública, donde se monta todo el que quiere.

Sin embargo, desde que Luis Abinader llegó al poder se acabó la equivalencia PRM-PRD. El presidente de la República se ha encargado de dar hacia afuera a todo lo que huela al viejo PRD, sobre todo a aquellos dirigentes que considera peñagomistas.
El jefe de Estado ha hecho un gobierno para la oligarquía nacional, donde el 90% de sus funcionarios son empresarios y tienen vínculos directos o indirectos con el CONEP. El perremeísmo hoy día es un reciclaje del PRD, PLD y Partido Reformista, donde los tránsfugas juegan un rol preponderante y el narcotráfico ha penetrado como en ninguna otra organización.
El PLD se mantuvo durante más de 15 años con una aprobación superior al 50%. ¿Dónde está ese 50%? Una parte se fue a la Fuerza del Pueblo, la otra fue comprada al cash por Abinader y la minoría, un 10%, de acuerdo a las elecciones de 2024, permanece luchando entre la vida y la muerte en su partido morado.
El PRM, después de cinco años y tres meses en el poder, sigue siendo la organización política más fuerte, de acuerdo a las encuestas, pero la razón descansa en el clientelismo político o la mayor capacidad de repartición de prebendas.
Pero Luis Abinader está impedido constitucionalmente de aspirar para el 2028. Se habla de que el año entrante serían las primarias del PRM para la escogencia del candidato presidencial. Y se da como un hecho que el jefe de Estado conduciría esas elecciones internas, porque tomaría la dirección del PRM, un partido que él dice que heredó de su extinto padre, el doctor José Rafael Abinader. Falso.
El partido de la familia Abinader era Alianza Social Demócrata, que nunca sacó un 2% en los procesos electorales en que participó, unas veces aliado y otras sin alianza, con el doctor José Rafael Abinader como candidato presidencial.
Ocurre que con la crisis del PRD del 2014 y la urgente necesidad de formar tienda aparte, “generosamente” esa familia ofreció su sigla, a la cual solo hubo que cambiarle el nombre y se le puso PRM.
La militancia de ASD se quedó en el partido, pues se trataba de empleados de la O&M, Cemento Santo Domingo y Sol de Plata, entre otras empresas del grupo ABICOR.
El problema está en que el actual presidente, en su círculo político más íntimo, insiste en que ese partido lo heredó de padre. ¡Caballero, pero el partido de su papá era un ventorrillo y el PRM es un supermercado, que por más discriminación de que sean objeto los perredeístas peñagomistas, esos son los verdaderos dueños?
Naturalmente, mientras Luis siga siendo presidente de la República nadie le puede competir y los que disienten prefieren guardar silencio. Se trata, empero, de un silencio circunstancial. Desde que salga del poder lo menos que habría es empujones y trompadas. Es un pelito cazado, que finalmente sería dilucidado en el TSE ¡Escríbanlo!



