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Reforma Policial: mucho discurso, poco cambio

La Policía Nacional fue creada para garantizar la vida, los bienes y las propiedades de los ciudadanos.

Así lo recuerdo desde niño, cuando mi padre lo enseñaba con convicción en las aulas del centro de formación de Hatillo, San Cristóbal, a los jóvenes reclutas.

Hoy, sin embargo, lo que vemos dista mucho de ese principio.

Tenemos un presidente que, todos los lunes, dedica varias horas a reunirse con la oficialidad completa de la Policía Nacional en su sede principal, con el objetivo de revisar – supuestamente- los avances de la llamada “Reforma Policial”.

Una Policía que cuenta con la mejor logística de su historia, cuyos miembros han recibido dos aumentos salariales sustanciales, pero de la cual no se percibe el cambio prometido ni esperado.

Por el contrario, en algunas zonas del país lo que se impone es el caos social… y muchas veces, provocado por la propia uniformada.

Veamos algunos ejemplos concretos:

• Desalojos ilegales, incluso realizados en fechas tan sensibles como un 31 de diciembre.

• Ejecutan a un menor mientras dormía, supuestamente en medio de un «intercambio de disparos». Hechos que nos recuerdan los métodos represivos de los 12 años del balaguerismo, como la muerte de «Rafelito, el loco».

• Un oficial superior del Ejército Nacional resulta herido frente a la sede del Director Regional. Si eso le ocurre a un oficial, ¿qué puede esperar un civil? Lo habrían convertido en “pipián”.

• Operativos migratorios donde se detiene a decenas de personas, pero solo un 20% llega a los centros de retención. ¿Qué pasó con el resto?

• Motoristas a quienes se les incautan sus vehículos aun teniendo documentos en regla, y luego deben pagar un “peaje” para recuperarlos.

• Un coronel con poder absoluto, que apresa, dispara, lanza bombas lacrimógenas y cierra casas o negocios como si fuera juez y fiscal a la vez.

Tenemos pruebas de todo esto.

Lo más grave no es solo que estos abusos estén ocurriendo, sino que no se han corregido. Y cada día el daño social y político es mayor. Lamentamos profundamente tener que recurrir a este medio para hacer esta denuncia, pero el silencio ya no es opción.

Señor Presidente, actúe ahora. No se puede hablar de “Reforma Policial” mientras estos atropellos siguen ocurriendo con impunidad. El pueblo está perdiendo la fe, no solo en la Policía, sino en el cambio que usted prometió.

Este desastre debe cambiar. Y debe ser ya.

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