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La formación de un Cardenal: páginas del cristianismo y la cultura

Por Augusto Álvarez

Los ascensos en la Iglesia Católica se producen, en muchos casos, de manera similar a una carrera militar.

También, en ciertos aspectos, se asemejan a las dinámicas de los partidos políticos: influye, y mucho, estar en la simpatía del líder.

Robert Prevost, diplomático eclesiástico en varios países y siempre fiel al papel que representa el Papa Francisco, buscó echar raíces en Perú.

Sin embargo, eso no fue un impedimento para que cumpliera con diversas misiones asignadas por el Vaticano.

Cabe preguntarse: ¿fue primero Robert Prevost al ensanche Ozama, o ejerció primero el sacerdocio en la olímpica ciudad de La Vega? Entre hechos y versiones, muchas leyendas se tejen alrededor de la figura del hoy Papa León XIV, quien, en el momento de su elección como líder de los católicos, ocupaba el cargo de prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Es importante aclarar que un nuncio es, en efecto, un diplomático: el embajador de la Santa Sede ante un Estado. Sin embargo, Prevost no desempeñó ese rol en este país.

Y como en todas partes crecen serpientes, también estas florecen entre dogmas. Por ello, fue significativa la reacción de Iván Ruiz cuando detuvo en vivo a un pastor que, en su fervor, se excedió en sus declaraciones a la espera del nuevo Papa.

Ese pastor pareció olvidar episodios recientes: el paso de Rosy Guzmán por las estructuras del Estado o, más contundente aún, cuando el líder del Club 700 instó abiertamente al derrocamiento del presidente Hugo Chávez.

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