Tener olfato de periodista y el The New York Times

A raíz de la incursión de Estados Unidos en Irán, y del bombardeo a una incipiente instalación de misiles, advertimos sobre el riesgo de encender fuego mientras se echa combustible.
Lanzar explosivos a las puertas de depósitos nucleares es como prenderle candela a un tanquero repleto de gasolina.
¿Quién evitó la masificación de una desgracia de proporciones bíblicas? ¿Fue una jugada maestra para imponer respeto entre las partes en conflicto? ¿O una protección divina, llegada desde Washington… o quizá desde “tierras santas”?
Sea cual sea la explicación, lo cierto es que la tormenta del Norte logró frenar —aunque fuera momentáneamente— la ruta de muerte que asolaba el Medio Oriente. Y eso, al final, es lo que cuenta: que aún haya razones para celebrar la vida.