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SENASA: La olla de presión que destapó la FP

 

Por Augusto Álvarez

Tras la denuncia pública del partido Fuerza del Pueblo sobre supuestas irregularidades en el Servicio Nacional de Salud (SENASA), quedó claro que algunos funcionarios al frente de esa institución olvidaron que el puerco no se rasca en javilla.

Antes de que estallara esta olla de presión llamada SENASA, ya muchos afiliados venían quejándose de que, al acudir a consultas médicas, debían hacer serios desembolsos, cubrir procedimientos por su cuenta o, en el peor de los casos, recurrir a hospitales públicos, donde, se supone, la atención es gratuita.

Y aquí cabe la pregunta con todo su picante:  ¿Cuándo —y bajo qué administración— la Cámara de Cuentas auditó a SENASA?

El miedo a ser guillotinados o aplastados por «las alturas» puede estar impidiendo que ciertos funcionarios se atrevan a pedir una auditoría profunda. ¿Será por eso que SENASA nunca ha sido prioridad para los sabuesos de la Cámara de Cuentas?

Pero, ¿cómo impedir que la oposición meta la lupa? ¿Cómo evitar que recojan documentos, transacciones y transferencias sospechosas para engrosar sus expedientes políticos?

Las voces de la Fuerza del Pueblo, que en su momento formaron parte de la estructura misma de SENASA, han soltado la sopa: La entidad está colapsada y se estarían desviando fondos hacia fines políticos del oficialismo.

Se habla de «zonas oscuras» dentro de SENASA donde, aún después de la denuncia, manos sucias siguen haciendo maravillas.

Y mientras tanto, una pregunta que retumba desde las salas de espera: ¿Los centros privados de salud aceptan sin trabas el seguro oficial? O dicho de otra forma: ¿sirve para algo el carnet de SENASA fuera del sector público?

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